PADRE JESÚS NAZARENO

Tres hechos fundamentales hacen posible que esta hermandad cuente con un considerable número de tallas históricas: su considerable antigüedad, la especial veneración que profesa en gran número de rondeños, y el ensañamiento al que la Iglesia en que guardaba su patrimonio fue sometido durante la barbarie bélica de 1936. Fueron justamente los acontecimientos que trajo consigo la Guerra Civil los que acabaron con las antiguas imágenes de la hermandad. Aquel triste mes de febrero ardieron todas las imágenes, titulares o secundarias, con las que contaba la hermandad.

Gran conmoción causó en toda Ronda la destrucción de Ntro. Padre Jesús Nazareno, pues desde antiguo era una de las imágenes más queridas y admiradas de Ronda. Ésta, que comenzaría a procesionar con la hermandad en el siglo XVIII – la inexistencia de referencias documentales nos impiden hacer más precisiones al respecto-, continuó haciéndolo con certeza hasta 1935, ya que su cremación en 1936 impidió que lo siguiera haciendo en los años sucesivos.

Se trataba de una talla anónima, datable en la primera mitad del siglo XVIII, articulada y de vestir. En ella llamaba la atención rasgos tan de su época como el pelo natural, la abundante y puntiaguda barba, la poderosa zancada con la que adelanta el paso (avanzando para ella la pierna izquierda), su posición flexionada, el leve giro a la derecha de su cabeza o la característica expresividad de su rostro; de gran dulzura y sereno sufrir, en el que destacan elementos tan barrocos como la posición inclinada de la cabeza, los entornados ojos de cristal, unos amplios y muy marcados párpados bajo pronunciado arco ciliar, la escasa presencia de sangre, su esbelta y puntiaguda nariz –de gran relieve y con las aleta nasales buscando dar impresión de dolor al rostro-, y una bastante bien modelada boca, que imprimía realismo al rostro al dejar ver la talla de los dientes y parte de la lengua.

El Nazareno acumuló no pocas leyendas; así, fue común mencionar a principios del pasado siglo que el artista que lo talló en el siglo XVI, tras contemplar su obra finalizada y comprobar su proverbial belleza, murió de la emoción. Pero no era para tanto. La talla, a pesar de presentar notables méritos artísticos, no se aproximaba a las mejores realizaciones de su época. Se nos presentaba aceptablemente modelado y con una más que aceptable adaptación a los modelos iconográficos dieciochescos, y aunque presentaba  rasgos tales como la cabellera de pelo natural, que nos pueden hacer pensar en su adscripción a la escuela granadina, se trataba en realidad de un Nazareno de escuela sevillana, que seguía los parámetros impuestos por el círculo de la familia Roldán, pero sin llegar a la maestría de las obras de Pedro Roldán, su hija Luisa, Francisco Ruiz Gijón (discípulo de Pedro y autor del soberbio crucificado vulgarmente conocido como El Cachorro en Sevilla) o Pedro Duque Cornejo (sobrino de Luisa Roldán y autor del rondeño Cristo de la Sangre). Pero aún sin ser una obra puntera, fue una de las mejores tallas de la Semana Santa de Ronda ha tenido a lo largo de su historia.

 

 

 

 

El Nazareno al que acabamos de aludir es el único que, perteneciendo a la Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno, está perfectamente identificado, pero diversos comentarios o pistas aluden a que pudo haber alguno anterior. Nosotros encontramos hace algún tiempo una fotografía en un conocido archivo barcelonés en la que se reproduce la imagen de un espléndido Nazareno, la cual se acompaña de la siguiente descripción: “Padre  Jesús Nazareno, Ronda. Iglesia de Santa Cecilia”. La falta de documentos que lo prueben, y el hecho de que la fotografía no ofrezca ningún tipo de referencia física que la fije en ronda, nos impide cerciorar la pertenencia de la talla a la hermandad rondeña; no obstante, si la diésemos por cierta estaríamos hablando de un titular anterior al ya  mencionado, y que en fecha ignorada (pero  que rondaría la mediación del siglo XVIII) fue sustituido por algún motivo que también  nos es desconocido; aunque quizás su escasa estatura contribuyera a ello.

Fuera o no fuera Nazareno de la hermandad rondeña, se trataba –ahora sí- de una escultura de primer nivel. Su apariencia e iconografía nos dejan bien claro que se trató de una obra sevillana, y de la primera mitad del siglo XVII. Concebida como imagen de vestir, presentaba una larguísima cabellera de pelo natural, y contaba con rasgos formales que nos pueden llevar –quizás apasionadamente- a pensar en el círculo próximo al gran Francisco Ocampo.

Entre estos rasgos de estilo que nos hablan del manierismo de Ocampo, resultan paradigmáticos los acusados rasgos del rostro, recios y varoniles, fuertemente expresivos, en una plástica fusión de fuerza y dulzura enlazadas a través del sereno dolor que transmite. Éstos se  hacen visibles en una despejada frente, ligeramente deformada en sus parietales para acoger la corona de espinas, en los potentes pómulos, la recta y ancha nariz, y en la característica barba acabada en doble punta a partir de raya central. También su postura nos habla de principios del siglo XVII; basada en las leyes del “contrapposto” manierista, busca el equilibrio a partir de una disposición  un tanto desequilibrada, y en este Nazareno se nos muestra a través de un cuerpo que avanza hacia delante con la pierna izquierda a la vez que gira cabeza y tronco a la derecha.

 

(Información extraída íntegramente de la Revista "Mayordomo" de la Cuaresma 2005)

 

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